sábado, 19 de enero de 2013

Lo que debes saber sobre la celulitis

¿Qué es la celulitis?

Para explicarlo sencillamente, celulitis es la “gordura” que no se puede perder.  Mientras la gordura normal se puede perder con un régimen común de dieta y ejercicios, la celulitis no, porque no es sólo grasa.  Es un tejido con una consistencia similar a la gelatina que está formado por agua, grasa y residuos, atrapados en compartimientos inamovibles debajo de la piel.   Estos compartimientos actúan como esponjas que absorben gran cantidad de agua, se hinchan y sobresalen, formando esos bultos tan característicos.



Vemos entonces que la celulitis no es una gordura común.  Y por esa razón las dietas más estrictas no dan resultado.  Cuando la ingesta de alimentos es menor que la requerida, automáticamente el cuerpo obtiene las calorías faltantes quemando sus propias reservas de grasa.  Esto hará que desaparezca la grasa en muchas areas del cuerpo pero la celulitis permanecerá, pues no se quema como la grasa normal.  

La dieta adecuada consiste en purificar el cuerpo del exceso de agua y desechos tóxicos sin forzar a quemar las grasas en áreas innecesarias.  De esta manera evitamos la pérdida de grasa en zonas como el busto, que se volvería fláccido y caído, atentando contra la armonía del cuerpo.

Por ello dada su importancia, nos dedicaremos mas adelante a relatar la forma correcta de alimentarse a fin de evitar ese gran fantasma que atenta contra la belleza femenina: La celulitis.

¿Es hereditaria?

Si, lo es.  Lo corroboramos diariamente en el consultorio con sólo observar las deformaciones de la silueta de la madre que acompaña a su hija adolescente con los primeros síntomas de la enfermedad. 
Pero no hay necesidad de aceptar esos muslos o rodillas porque su madre los tiene.  Se pueden hacer muchas cosas para evitarlo y este libro le enseñará qué y cómo hacerlo.
 

¿Por qué los hombres no tienen celulitis?

La razón es que esta enfermedad es hormono-dependiente.  Significa que tiene estrecha relación con las hormonas femeninas.  Por esta razón comienza su insidioso devenir con la pubertad agravándose cada vez que aumenta en la mujer el tenor de estrógenos-progesterona como sucede por ejemplo durante los embarazos.

¿Cuándo comienza a instalarse?

Los primeros síntomas aparecen siempre en la pubertad.  El descuido por la falta de atención ante la creciente deformación de los miembros inferiores en esta época decisiva de la vida, marca para siempre a las jovencitas.  Cada embarazo produce una agravación de la celulitis, lo que provoca en la mujer, joven aún, depresiones y frustraciones que inciden psicológicamente sobre todo el grupo familiar.  

A medida que pasa el tiempo, se acrecienta el hábito del sedentarismo, disminuyendo los requerimientos calóricos, lo que trae aparejado un paulatino aumento de peso.  Si a esto le agregamos una mayor ingesta alimentaria, tenemos el cuadro típico de la obesidad, que a su vez actúa negativamente sobre el proceso.  Más tarde sobreviene la menopausia marcando el ultimo eslabón de este devenir fenoménico.

Actualmente se admite que las perturbaciones iniciales se originan en las delicadas estructuras nerviosas del cerebro a raíz de agresiones externas como choques psíquicos, stress repetido, frustraciones etc.

En resumen, podemos afirmar que toda mujer, no importa su edad, debe estar atenta a la celulitis.   A los 30 años, pocas mujeres están libres de ella.

¿Cómo se forma la celulitis?

El cuerpo humano es una de las máquinas más hermosas y funcionales que se hayan jamás diseñado.  Es piel y huesos, nervios y músculos, sangre y órganos, todas trabajando simultáneamente bajo la dirección de ese brillante, misterioso e inigualable computador que es el cerebro.

Cada una de sus partes tiene una función definida en el esquema total de la vida.  Nosotros nos vamos a  abocar a sólo uno de los aspectos de ese esquema: el tejido conjuntivo.

Todos los músculos del cuerpo se hallan cubiertos por un  acolchado formado por tejido conjuntivo y grasa. Este acolchado, que varía en su espesor, es el encargado de darle la suavidad característica a las líneas femeninas.  El tejido conjuntivo está integrado fundamentalmente por una especie de red de sostén en la que se ubican las células adiposas.  Circulan constantemente entre ellas los líquidos nutritivos: agua, sangre y linfa.  Estos líquidos contienen el oxígeno y las sustancias nutritivas indispensables para la piel y también limpian a los tejidos de toxinas.  

La libre afluencia de los líquidos asegura el mecanismo de intercambio entre las células y el medio que las rodea.  Cuando el proceso de eliminación de toxinas se hace más lento, algo cambia en las zonas propensas a la celulitis.  El tejido conjuntivo, saturado de agua y toxinas, se espesa, endurece, y se forman los típicos posos y grumos, recordando a la superficie de una gruesa cascara de naranja, esa textura tan característica de la celulitis.

¿Qué causas la desencadenan?

Las causas que desencadenan y contribuyen a la formación de la celulitis son:
  1. Estrés
  2. Fatiga
  3. Tensión nerviosa
  4. Malos hábitos alimentarios. Constipación
  5. Consumo de poca cantidad de agua
  6. Respiración deficiente
  7. Vida sedentaria
  8. Permanencia en ambientes con aire viciado
  9. Alteraciones en circulación (várices)
  10. Hábito de fumar
Todos estos factores alteran de alguna manera el proceso de eliminación de sustancias tóxicas de los tejidos.  Y por ese motivo contribuyen a la instalación de los trastornos circulatorios desencadenados por las hormonas femeninas.
La celulitis puede considerarse como una forma de envenenamiento del tejido conjuntivo.   Nuestro cuerpo tiene un maravilloso sistema para eliminar toxinas a través de pulmones, hígado, riñones, intestinos y piel.  Pero cuando se cometen abusos, no es posible completar el proceso normal de eliminación.  Esta eliminación puede producirse eficazmente para un consumo diario normal, pero no si éste es excesivo: alcohol, café, té, especias, chocolate, crema, manteca, grasa animal, fritos.
Debe evitarse o restringirse al mínimo (y nunca hacerlo sin prescripción médica) la ingestión de médicamentos.
El hábito de fumar produce en el organismo alteraciones de las paredes arteriales que llevará a su endurecimiento, proceso que se conoce como arteritis obliterante.  El tejido celulítico, cuya circulación ya está comprometido por el proceso en sí, vería aún más afectada su oxigenación.

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